jueves, 27 de septiembre de 2007

TUBERIAS MARINAS CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO

Se trata de la última teoria de James Lovelock, el famoso científico británico padre de la teoría de Gaia, aquella que dice que la Tierra funciona como un organismo vivo capaz de autorregularse y reaccionar a los cambios que le afectan.

En esta ocasión el científico se centra en los oceanos para reducir la cantidad de CO2 atmósférico, su propuesta pasa por instalar grandes tubos en el oceano, anclados o flotando libremente, de aproximadamente un diametro de 10 metros y una altura de entre 100 y 200 metros de forma vertical, los cuales mediante un mecanismo fueran capaces de bombear, por efecto de las olas, aguas profundas hacia la superfície.

Esto se debe a que las aguas profundas son más ricas en nutrientes y al mezclarse con aguas más pobres se generaria una fertilización dando lugar a la aparición de algas. Estas algas desarrollarian su vida en aguas menos profundas de lo habitual. En el momento de su muerte, todo el carbono que han conseguido absorber durante su vida se depositaría sin ningún peligro en el fondo marino.

Es una solución más factible que la de añadir algas directamente al agua del mar, puesto que este hecho puede desencadenar un proceso de eutrofización en el cual aumenta el número de seres vivos en un medio acuatico, en este caso aumentando la población de algas, por lo tanto se genera más oxígeno, pero esta hiperpoblación hace que mueran todos los seres vivos a causa de desequilibrios en el ecosistema.

En este caso Lovelock propone una circulación del agua existente para que esta misma genere un sistema de absorción de dióxido de carbono sin efectos negativos ya que al final del proceso, este se deposita en el fondo marino sin dañarlo.

1 comentario:

Danny Ayala Hinojosa dijo...

Lo siento pero me parece una soberana tontería pues las plantas y el plancton marino responden dinámicamente al aumento o disminución del CO2 en forma natural, no necesitamos darle una ayudita a los océanos con un costoso e inutil sistema como este, pues de momento la capacidad humana para alterar los ecosistemas marinos es muy limitada incluso cuando causa daños. La adaptación del ecosistema al nivel del CO2 supera en poder a cualquier tecnología humana, cuando quemamos hidrocarburos y movemos maquinarias sólo estamos aprovechando una fracción de esa energía contenida por los organismos que descompuestos generaron esos hidrocarburos. Ideas como la de Lovelock son ridículas.